El pesimismo nos invita a pensar que el viejo orden liberal de la segunda mitad del siglo XX está llegando a su fin. Por la tecnología, la globalización, la demografía, y también por las ideas: todo ha cambiado. Primero sucedió lentamente y después, ya en los últimos años, se aceleró hasta que en el horizonte ha empezado a vislumbrarse un mundo distópico.
Leo en The New York Times la última columna de Thomas L. Friedman. Lo que ha visto en China recientemente le hace pensar que el futuro ya no nos pertenece. Su artículo es el melancólico lamento de quien que contempla cómo la superioridad de Occidente se tambalea ante un rival que lo desafía en sus propios términos. Por supuesto, no es el único. El multimillonario Peter Thiel, desde su observatorio en Silicon Valley, lanzaba recientemente otra advertencia: Europa, Biden y los demócratas americanos representan ya los valores del antiguo régimen. Juzga que han sido superados por la Historia. Yo no estoy totalmente de acuerdo, pero entiendo lo que quiere decir: hay una revolución en marcha.
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