Ha venido de nuevo Javier Milei a España y ha sido recibido como una estrella mediática. Levanta pasiones y suscita la ira a partes iguales, como se espera en un mundo polarizado. Al día siguiente sucedió lo mismo en Alemania, donde fue acogido entre gritos de «fascista» y aclamaciones de los liberales. Fascista realmente no lo es ni lo son sus ideas que, por otro lado, me interesan poco. A Milei se le puede llamar «demagogo», «populista de derechas», «fanático de la Escuela Austríaca» (una especie de religión económica), «anarcocapitalista», «neoliberal» y no sé cuántas cosas más, pero difícilmente «fascista». Da igual: las etiquetas se utilizan para desprestigiar a las personas y la del fascio es de uso universal.
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