En estas últimas décadas, pocos escritores han encarnado la esencia del desarraigo y a la vez la del encuentro como Amin Maalouf. Nacido en Beirut en 1949 y afincado en Francia, Maalouf ha construido un universo literario en el cual explora las complejidades del choque y de la fusión de culturas. En sus libros, el hilo conductor de la historia no se representa como una línea recta, sino como un laberinto de destinos entrelazados y de testimonios olvidados que reclaman la urgencia de ser atendidos.
Este viaje en búsqueda de una identidad se refleja de un modo maravilloso en su primera novela, León el Africano. Con ella, Maalouf adquirió relevancia internacional. Su protagonista, Hasan, se convierte en el cronista de su propia falta de raíces. A través de los ojos de este erudito del siglo XVI, el autor nos transporta desde Granada hasta Tombuctú revelando un mundo donde las identidades son fluidas. Frente a los nacionalismos de mirada estrecha, la obra narrativa de Maalouf -Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2010 y Secretario perpetuo de la Academia Francesa- patentiza que nuestra identidad no es un principio inmutable, sino una construcción en incesante movimiento. Se diría que somos hijos de una pluralidad no siempre armónica.
LEER ARTÍCULO COMPLETO EN EL MUNDO (LA LECTURA)
Foto: By librairie mollat, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=120113084
0 comentarios