El mismo día en que la convocatoria del Partido Socialista pinchaba en la calle Ferraz, Rafa Nadal triunfaba en Madrid al ritmo coral del «sí se puede» en el Másters 1000. Se diría que hay dos Españas o, al menos, que hay una parte del país cada vez más desconectada de la absurda teatralización de la política nacional. Dos décadas perdidas para nuestro desarrollo económico y social se resumen en una mala serie de televisión: un guion banal para vidas banales. El tono de los debates lo indica todo, al igual que los titulares de los periódicos y la cansina monodia de los adoctrinados en las redes sociales. Humo y más humo que señala un incendio del cual nadie logra identificar muy bien el foco originario, aunque tampoco nos debe importar tanto.
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