Referirse al misterio del mal significa preguntarse también por su genealogía. ¿Cuál es su origen? ¿Cuándo y cómo el mal se desligó del bien y empezó la hora del Juicio? ¿O fue más bien a la inversa? El filósofo germano- iraní Navid Kermani dedica un capítulo de su libro Jeder soll von da, wo er ist, einen Schritt näher komenn a esta cuestión irresoluble. Allí nos recuerda que los grandes clásicos no nos muestran el mundo tal como debería ser –en una plenitud idealizada–, sino en su crudo realismo: despojado, herido, azotado por el enigma de la Historia. Por debajo de la cultura y de sus realizaciones, se esconde el hedor de la muerte silenciada y de las víctimas inocentes de un poder sin piedad. ¿Cómo ignorar en nuestras vidas el filo del mal, de la pobreza, de la enfermedad, del hambre, de la desesperación o de la guerra? ¿Cómo acallar su clamor tras una retórica de palabras huecas, falsamente embellecidas, vacías de significado?
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