Israel se ha empeñado en una guerra imposible de vencer, al menos de forma concluyente. Se puede tomar Gaza y derrotar a Hamás o destruir el entramado subterráneo de los grupos terroristas, pero difícilmente se puede finiquitar un conflicto de guerrillas de mayor o menor intensidad. ¿Sucede lo mismo en la guerra de Ucrania? En cierto modo eso parece, aunque los matices sean muy distintos. Rusia juega con la ventaja del tiempo y del espacio, es decir, que puede y sabe esperar. Como se argumentaba recientemente en medios internacionales, las sanciones occidentales a la economía rusa apenas han mermado su potencial bélico ni han alterado en buena medida su crecimiento económico que, a fecha de finales de 2023, se ha mostrado superior al de la zona euro.
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