La política en ocasiones vive su momento Artur Mas, cuando el líder de un partido o de un gobierno da un paso hacia el abismo y se adentra en lo ignoto. En la Antigüedad clásica se hubieran referido al Rubicón y a la famosa sentencia que acuñó Julio César cuando hubo cruzado con sus legiones el pequeño río arcilloso situado en el norte de Italia: «Alea jacta est» —la suerte está echada—. César fue asesinado antes de convertirse en dictador, pero terminó con la República y, por medio de Octavio, fundó un imperio. A veces la fortuna acompaña a los osados y otras veces los conduce a la perdición. En este caso los griegos hablaban de hybris, es decir, de exceso de orgullo: uno de los peores defectos que pueda tener un hombre. Mas cruzó su particular Rubicón cuando, tras un largo encuentro con Rajoy en La Moncloa, decidió poner en marcha el procés. Los resultados ya los conocemos todos.
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