Es muy hermoso lo que explica Jeff Deutsch, en su recientemente publicado In Praise of Good Bookstores, acerca de las viejas librerías de barrio que coloreaban en nuestra infancia y juventud el rostro de las ciudades. Dice Deutsch: «La buena librería versa sobre la interioridad. Inmersos en la búsqueda, muchos de nosotros nos desplazamos por aquel espacio como si estuviéramos dentro de la Mente misma —del universo o de Dios, según la inclinación de cada uno—. Y muchos, entonces, nos volvemos hacia adentro al hacerlo, hallando un lugar especialmente propicio para la introspección». Por supuesto, las librerías siguen existiendo y quizás sean mejores que nunca: con mejores fondos, con mejor programación cultural, más adecuadas —por su comodidad— para el curioseo junto a una taza de café y un bollo de cardamomo.
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