Cuando arribó la peste a Florencia en 1348, un grupo de diez jóvenes se refugiaron en una villa a las afueras de la ciudad para contarse historias y olvidar los males que les acechaban. Así empieza el Decamerón de Bocaccio, una obra que reúne la comedia y la pasión, la inteligencia y la fortuna en un momento de incertidumbre. Cuando Walter Benjamin sostuvo que la nuestra es una época pobre en historias memorables, tal vez pensaba en libros como el de Bocaccio: obras que atraviesan los siglos para protegernos del miedo y de la peste –ya sea bubónica o social– y recordarnos de nuevo el auténtico misterio de la condición humana, que no es sino nuestro anhelo insaciable de verdad y de belleza.
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