Es sabido que la lectura desempeña un papel clave. El pueblo judío se alfabetizó masivamente en torno al siglo I de nuestra era, mucho antes que el resto de naciones. En la Europa cristiana, fue con la Reforma de Lutero que se extendió la práctica de la lectura sobre todo en los países del norte, partiéndose así en dos mitades la vieja unidad cultural de Occidente: un norte alfabetizado, un sur analfabeto. Todavía en el siglo XX se mantenía esa ruptura, según la cual la letra va ligada al desarrollo industrial y a la prosperidad de los países. Simplificando mucho, se diría que la libertad y la lectura van de la mano y que ambas activan el músculo moral de una sociedad. Sin acceso a una biblioteca, sólo cabe el sometimiento (en clave actual, diríamos que, sin una cultura rica, sólo rigen las emociones) y el sometimiento casa con el poder, pero difícilmente con la dignidad humana o con su anhelo de verdad.
LEER ARTÍCULO COMPLETO EN THE OBJECTIVE
0 comentarios