El mundo del coleccionismo es uno de los rostros de la pasión. Pero también se podría ampliar el ángulo de visión y decir que en la pasión anida siempre ese afán de poseer característico del coleccionista. Pensaba en ello mientras el metro londinense nos acercaba al centro de convenciones ExCeL, en las afueras de la ciudad: un gigantesco hangar donde este año ha tenido cabida la Star Wars Celebration. No podíamos llegar tarde, pues nuestro primer panel exclusivo –¡conseguido en la lotería!–, que reunía a algunos de los primeros villanos de la saga (al final fueron tres: los actores que dan vida a Lord Palpatine, al Líder supremo Snoke y a la capitana Phasma), se celebraría a primera hora de la mañana. En nuestro vagón del metro se iban juntando los cosplayers disfrazados para la ocasión. Incluso un simple aficionado como yo podía reconocer a muchos de aquellos personajes de ficción: a los mandalorianos y a Mace Windu, a Darth Maul y a Qui-Gon Jinn, a la Armera –¿era la Armera?– y por supuesto al icónico Darth Vader, una de esas figuras totémicas de la cinematografía.
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