El político socialista Raimon Obiols nos recordaba estos días, desde las páginas del digital L’Hora, que se han cumplido -el pasado 5 de marzo- 70 años de la muerte de Stalin. Obiols es un raro ejemplo (como lo fue en Mallorca Félix Pons) de político culto, capaz de pensar el presente con el aliento y la luz tenue –nunca mitificada– del pasado, aunque uno discrepe (y, a veces, mucho) de algunas de sus claves interpretativas. Hablo de una luz no mitificada porque el mito implica culto y misterio y, precisamente por eso, no resulta de interés para quien persigue el rastro huidizo de la verdad humana, siempre ensombrecida por el relato de los poderosos.
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