Se diría que Caín, el primer asesino, fue también el primer hombre que lo conoció en una magnitud tal que no supo controlar. La muerte de su hermano Abel inauguró el horror y la violencia en la Historia, que posteriormente cantarían los griegos y los pueblos semíticos.
Los grandes genocidios, aquellos que buscan hacer desaparecer de la faz de la Tierra (¡y de nuestra memoria!) a una raza o a una minoría, son alimentados por un odio que a su vez brota de una deshumanización previa del adversario, al que se ha convertido en enemigo.
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