A mediados de la década de los sesenta, el escritor ruso Vladimir Nabokov reflexionaba sobre la memoria y la familia, el lenguaje y la verdad, en su celebrada autobiografía Speak, Memory: «Para fijar correctamente, desde el punto de vista temporal, algunos de mis recuerdos de infancia -anotaba al comienzo Nabokov-, tengo que guiarme por los cometas y los eclipses, tal como hacen los historiadores cuando se enfrentan a los fragmentos de una leyenda».
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