Llegué a la vida adulta en la edad del optimismo. La década de los 90 del pasado siglo –así llamada– fue un tiempo de despreocupación tras la caída del comunismo y el triunfo – parecía entonces que definitivo– de la democracia. En los 80 confluyeron una serie de figuras políticas singulares –de Thatcher a Reagan, de Wojtyla a Gorbachov– que abrieron la puerta a una década inaudita. Decíamos adiós a la pesadilla de la Guerra Fría, Alemania se reunificaba, Europa miraba hacia la moneda única, China entraba en los mercados y la globalización iniciaba un nuevo episodio en la historia de las relaciones económicas internacionales.
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