El Gobierno quiere reformar la Selectividad, sin que sepamos muy bien a cuenta de qué. A mí, en realidad, me da ya un poco igual. No creo que la educación tenga mucho que ver con los exámenes (aunque algo sí, desde luego) ni que los problemas pedagógicos en España se solucionen endureciendo más o menos una determinada prueba al terminar segundo de bachillerato. Lo fácil es reclamar exámenes duros y homogéneos para elevar el nivel cultural de un país que languidece y no diré que no, aunque sospecho que una Selectividad más rigurosa al final del itinerario escolar tampoco supondría un gran cambio. En lo que concierne a la educación, creo en pocas cosas y las intentaré enumerar ahora.
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