Hace unos años, Vladimir Putin declaró obsoleto el orden liberal. No ha sido el primero en proponerlo, ni tampoco será el último. Un conocido ensayista conservador norteamericano, Patrick Deneen, profesor de la Universidad de Notre Dame (Indiana), hacía la misma reflexión en un libro que poco después publicaría en España la editorial Rialp con el título ¿Por qué ha fracasado el liberalismo? Pero, ¿es así en efecto? ¿Podemos hablar del fin de la democracia liberal, como hablamos –en su momento– del fin del comunismo o del fin de los fascismos? ¿Es el desencanto hacia el liberalismo uno de los signos característicos de nuestro tiempo, al igual que la tecnopolítica o el retorno de los populismos? La respuesta obvia es la incertidumbre que nos impone la Historia. Lo ignoramos, aunque quizá sería más correcto decir: no lo sabemos aún. La guerra entre Ucrania y Rusia, que hoy cumple precisamente cien días, va de ello. Al menos, en parte.
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