Termina mayo y apunto los libros que he leído este mes:

Ordenar el mundo, de Fernanda Pirie. Un libro llamado a ser un clásico en el estudio de la influencia de las leyes en la forja de la civilización a lo largo de la historia.

Herencia, de Miguel Bonnefoy. Una sorpresa agradable que no he podido terminar. Una novela del desarraigo, que tiene mucho de novela de formación a través de las generaciones y un autor llamado a descollar con el tiempo.

Nudos de vida, porque Julien Gracq es una de mis pasiones ocultas.

Frontera, de Kapka Kassabova, porque me interesa entender la historia y el carácter de la gente a través de las fronteras. No lo he terminado aún.

Insumisa, de Yevguenia Yaroslavskaia-Markón, que me ha sorprendido por la intensidad de la voz y su verdad. El gúlag y el horror soviético de fondo.

John Dowland. La música inglesa en tiempos de melancolía, de Alberto Álvarez Calero, por la fascinación que ejerce sobre mí el músico inglés. Entre las muchas cosas que he aprendido en el libro, descubrir al corsario Sir Walter Raleigh los españoles le apodaban Guatarral o Guantarral.

Si no conoces la música de Dowland puedes probar aquí o aquí.

Últimamente estoy muy interesado en el mundo intelectual y espiritual de la Cartuja. Este mes he empezado a leer en francés la correspondencia de Dom Porion.

El poemario Inclinación de mi estrella, de Enrique García-Máiquez. Varios de los poemas son una joya, como ejemplo el maravilloso Manual de uso para la Resurrección que compartí en Twitter.

Mi hija terminó My own lightning. Mi hijo leyó Plomo en los bolsillos, sobre el Tour de Francia.