Resulta interesante lo que dice Ivan Krastev en una entrevista concedida a la revista Le Grand Continent: «Los humanos recuerdan las guerras, no las pandemias». En número de muertos, la gripe española superó todo lo imaginable y, sin embargo, es la I Guerra Mundial la que recordamos como inicio del siglo XX y como exponente de un largo fratricidio. La guerra enaltece un sentido patriótico que levanta y destruye naciones, las reúne en imperios o las disgrega. La pandemia, en cambio, nos recoge y aísla, cerca nuestros hogares y debilita el sentimiento de hermandad. La pandemia no muestra el odio del hombre contra el hombre, aunque sí un miedo que nos lleva a la distancia social, al uso de mascarillas y al egoísmo inmediato de las vacunas, que luego ha resultado no ser tal. No del todo, quiero decir.
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