Qué es el tiempo de Navidad? No es una campaña comercial, con su sobreabundancia de regalos, sino un tiempo para la esperanza de los débiles frente al poder devastador de los señores de este mundo. Así cuenta el relato evangélico: en la oscuridad de la noche, surgió una luz débil, apenas el resplandor de una brasa, que alarmó a los poderosos porque conculcaba el orden de la historia. La esperanza nacía en un pesebre, alejada del oropel de los palacios; en un pesebre, único refugio para quienes fueron rechazados incluso en la posada. Nuestro gran escritor abulense, José Jiménez Lozano, lo cinceló en una frase que me gusta recordar: «Algún día la debilidad retumbará en el tiempo». En cualquier caso, la clave de la escena reside en que la esperanza nació entre los excluidos, como la piedra descartada sobre la que debía sostenerse el Templo, según la tradición de los judíos. El camino de Israel era el de una fe que se enfrentaba a las divinidades y las hacía caer del panteón de los dioses. El nombre de estas falsas deidades era explotación de los esclavos, lujuria de la carne, riquezas vilmente acumuladas, mentira y deseo de poder; instintos, todos ellos, que han regido de algún modo nuestras vidas. Y que, a decir verdad, lo siguen haciendo.
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