No es cierto que la pandemia haya hecho posible la llegada del llamado Metaverso, pero sí que la ha acelerado. En cierto modo, la ha hecho también inevitable. El primero que ha señalado la importancia crucial de la apuesta de Mark Zuckerberg por este nuevo universo ha sido el brillante ensayista y político portugués Bruno Maçães en una serie de artículos publicados en su Substack particular. Quizás sin ser totalmente consciente de ello, Maçães se adhiere a la tesis del desaparecido historiador húngaro-americano John Lukacs, según la cual el siglo XX evolucionó de lo material a lo abstracto y de lo concreto a lo virtual. «Twitter creo que será recordado –aventura el politólogo luso– como el primer metaverso». Todavía primitivo en su concepción, pero revolucionario, persistente e influyente. Apuntando en dirección al homo deus de Harari, una nueva humanidad se insinúa con la aparición de un universo paralelo en el que «las leyes del espacio y del tiempo ya no se aplican –como puntualiza Maçães– o al menos pueden doblegarse, mejorando los poderes del hombre por caminos que aún están por explorar».
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