Ya que la inflación ha vuelto, conviene que echemos la mirada hacia atrás y regresemos a la década de los setenta, que fue el último gran periodo inflacionario. Los setenta no fueron solo los años de la crisis del petróleo, sino la época que marcó el fin del optimismo –ingenuo o no– de los sesenta. De la llegada del hombre a la Luna se pasó a una crónica distópica, en un movimiento pendular que no es ajeno a la marcha de la historia. Sin necesidad de mirar tan atrás, este también ha sido el relato del siglo XXI, tras los felices años noventa con los que se clausuró la pasada centuria. Occidente llegó a su momento álgido poco antes de iniciar una larga y solemne decadencia, apenas enmascarada por el hiperendeudamiento global. Por supuesto, los setenta no fueron solo la inflación, sino también el despegue de la burocracia y la regularización, la resaca del cambio de valores, el agotamiento del salto productivo y el inicio –entonces apenas perceptible– del invierno demográfico.
Vuelven los setenta


Daniel Capó
Casado y padre de dos hijos, vivo en Mallorca, aunque he residido en muchos otros lugares. Estudié la carrera de Derecho y pensé en ser diplomático, pero me he terminado dedicando al mundo de los libros y del periodismo.
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