Lucas Gortázar (Bilbao, 1986) es uno de nuestros principales expertos educativos. Director de investigación y senior fellow de educación de EsadeEcPol y consultor del Banco Mundial, conversamos con él acerca de la Ley Celaá, las guerras culturales presentes en la escuela, la perspectiva competencial y la necesidad de convertirnos en una nación de lectores.
Para hacernos una idea cabal de dónde estamos, ¿qué nos dicen los datos acerca de la escuela en España? ¿Cuál es su situación real? ¿Y cuáles son sus puntos fuertes y débiles?
Los datos dicen que el progreso desde mediados de los años 70 del siglo pasado hasta principios de este siglo ha sido espectacular en términos de ampliación de oportunidades de toda la población para llegar a la escuela. En este periodo de expansión educativa, los niveles de aprendizaje se han mantenido constantes a pesar de incorporar a un alumnado históricamente excluido y por tanto proveniente de sectores más ajenos a la escuela. Por tanto, más gente en la escuela, durante más tiempo y sin bajar el nivel. La escuela llega a mucha más población, durante mucho más tiempo (desde los 3 a los 16 años, prácticamente a todo el mundo) y lo hace con una serie de servicios (educación especial, comedor, refuerzo, orientación) que, aun siendo mejorables, no existían hace 40 años. Así pues, el progreso es incontestable.
Dicho esto, a pesar de todo ello, desde mediados los 2000, la escuela no acaba de despegar para lograr traducir toda esa escolarización en un mayor aprendizaje, de ahí que a veces se diga que «estamos estancados», una expresión que comprendo aunque no comparto. Tampoco hemos logrado reducir lo suficiente el abandono escolar temprano (y por tanto, ampliar la Formación Profesional), que aunque ha bajado mucho en los últimos años, sigue siendo el talón de Aquiles de la educación en España.
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