Se acerca una década definida por un elevado gasto público y con el consiguiente incremento en los impuestos. En nuestro país, un comité de expertos debate cuál será el perfil de esta subida, aunque ya se pueden intuir algunos de sus rasgos: menores bonificaciones fiscales; mayor imposición verde –del diésel al pago de tasas por circular en vías rápidas–; una regularización al alza de impuestos como el de patrimonio, sucesiones o donaciones; cuotas de autónomo más ajustadas a los ingresos reales; seguramente, una subida en sociedades y en los tramos más altos del IRPF; quizás más ajustes sobre el IVA e impuestos sobre las bebidas azucaradas, y así un largo etcétera.
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