Todos quieren a Ignacio Peyró: 6 elogios ‘subjetivos’ a propósito de ‘Ya sentarás cabeza’

por | Nov 14, 2020 | Literaria | 0 Comentarios

Elogio de Daniel Capó a Ignacio Peyró a propósito de ‘Ya sentarás cabeza’. También participan: David Mejía, Víctor de la Serna, Jorge Freire, Juan Claudio de Ramón y Antonio García Maldonado.

Empecé a leer las columnas de Ignacio Peyró a mediados de la pasada década, cuando nuestro hombre firmaba en El Confidencial Digital unas páginas cultas y eruditas, de una rara distinción. Era otra época y nosotros también éramos distintos; más jóvenes, más inexpertos. Nos carteábamos mucho y hablábamos a menudo por teléfono, pero fue a la vuelta de mi viaje de bodas, en 2006, cuando nos vimos por primera vez en Madrid. Yo salía del Prado y él llegó en taxi. Brillaba sobre la ciudad una luz celeste, nítida, sin rastro de polen primaveral. Sin rastro, diría, de vejez.

Ignacio captura con maestría aquellos años, aquella inocencia entreverada de ambición y cultura. Ese mundo que fue el nuestro y ya no lo es.

Supongo que se trata de un privilegio de la juventud contemplar el mundo con una luz intacta. A esa edad, el famoso verso de T. S. Eliot: «te mostraré el miedo en un puñado de polvo» se lee como una hipótesis, no como una experiencia. No debería, quiero decir. No tan pronto. Aquella tarde hablamos durante horas de pasiones comunes: de libros, pintura y música, y de la palabra hecha carne como un abecedario, seguramente el único posible, el único digno.

Al leer ahora Ya sentarás cabeza, los diarios que Ignacio Peyró escribió en aquel periodo, pienso que nuestra amistad se fraguó en un tiempo que pertenece a la historia, pero que no es estrictamente histórico; al menos no lo era para nosotros. Pues se trataba de un mundo todavía alado y etéreo, ligeramente desprendido, sobre el que empezaban a caer con suavidad las sombras inevitables de la vida: esa asfixiante pesadez de la que debemos protegernos; no por miedo ni cobardía, sino por respeto hacia la vida misma, por respeto hacia nosotros y los demás. Ignacio captura con maestría aquellos años, aquella inocencia entreverada de ambición y cultura. Ese mundo que fue el nuestro y ya no lo es.

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Daniel Capó

Daniel Capó

Casado y padre de dos hijos, vivo en Mallorca, aunque he residido en muchos otros lugares. Estudié la carrera de Derecho y pensé en ser diplomático, pero me he terminado dedicando al mundo de los libros y del periodismo.

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