Hay un tiempo fuera del tiempo que hace posible la Historia. Sobre esta regla metafísica, que apela al sentido de lo sagrado, Richard Wagner compuso una de las obras cumbres de la historia de la música: El anillo del nibelungo.
Wagner con el Anillo –sostiene Scruton– se propuso contar ?la historia de la civilización de principio a fin?. Y para ello se sirvió de personajes mitológicos y de símbolos arquetípicosFuera del tiempo se asienta la morada de los dioses. Dentro del tiempo, en cambio, deambula la humanidad caída. El nudo gordiano que enlaza esas dos realidades –su punto de intersección, diríamos– es ese espacio donde lo divino se encuentra con lo humano.
El filósofo inglés Roger Scruton indaga, con estos materiales, la tetralogía operística del compositor alemán en un libro esencial publicado por la editorial Acantilado: El anillo de la verdad. Y lo hace entre la fascinación y el asombro, consciente de que en esta magna obra reside un misterio inefable acerca del poder y el amor, de la eternidad y la caída de los dioses, de la libertad y sus consecuencias.
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