La realidad tiene un claro componente ciclotímico. El pasado viernes, por ejemplo, nos levantamos con las esperanzadoras noticias de un nuevo antiviral que podría resultar efectivo contra la COVID-19. El jueves, en cambio, nos habíamos acostado con los datos del paro en Estados Unidos, escalofriantes, casi españoles. Nuestro ánimo, afectado ya por el confinamiento de semanas, oscila como un péndulo de norte a sur, de este a oeste. La ausencia de información fiable ha sido una constante desde el inicio. Y ciertas políticas que en algunos casos rozan lo criminal, por incompetencia y por falsedad. El declive de una civilización también se mide de acuerdo a estas categorías, la incompetencia y la falsedad. Además, no conviene desear en exceso según qué cosas, porque al final terminan sucediendo. El idealismo tiene un componente profético difícil de medir, pero constatable: nuestros pensamientos forjan la realidad, los delirios se cumplen.
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