La política se ha convertido cada vez más en una cuestión de guiones que enfatizan un relato de esperanza o de temor, de resentimiento o de solidaridad. Con el mapa ideológico español dividido en dos grandes bloques –o en tres, si incluimos a los nacionalismos–, la derecha optó por subrayar el relato de la cuestión nacional hasta el punto de pretender así arrinconar en el ring al PSOE.
Los estrategas de Pedro Sánchez aprovecharon hábilmente esta coyuntura –y la comprometedora foto de Colón– para alentar el miedo a un hipotético gobierno de Populares y Ciudadanos con la extrema derecha. En este marco narrativo, Podemos quedaba aislado respecto al relato central del bloque izquierdista y ofrecía muestras de debilidad: de la suma de errores que ha cometido durante la legislatura a sus fracturas internas, de su caída en Cataluña –una de sus plazas fuertes– a la imagen de la vida burguesa de Pablo Iglesias e Irene Montero en Galapagar.
Un análisis minimalista de los resultados:
Cataluña y País Vasco: 66 diputados:
Centro derecha (PP, C’S+ Vox) = 7 diputados;
Izquierda y nacionalistas (PSOE+Podemos+ERC+JXCAT+ PNV+Bildu) = 59 diputados.
Izquierda y nacionalistas sacan una ventaja de 52 diputados al Centro derecha.
Resto de España: 284 diputados:
Centro derecha (PP+C’s+Vox) = 142 diputados
Izquierda y regionalistas (PSOE+Podemos+C.Canaria+Compromís+PRC) = 142 diputados
El centro derecha empata con el conjunto de Izquierda + regionalistas.