Poco antes de Navidad, Gregorio Luri explicaba en una entrevista concedida a un medio catalán que «los niños preguntan porque tienen miedo. No necesitan respuestas científicas, sino consoladoras». En medio de la inquietud del mundo –un lugar terrible y hermoso a la vez–, el anhelo de seguridad recorre los primeros años de la infancia, como una arcilla frágil y asustadiza que se va cociendo con la experiencia. El fundamento mismo del “apego seguro”, una de las teorías de inspiración psicoanalítica más probadas, encuentra su sentido en esta necesidad de consuelo que sustenta la vida.
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