El populismo constituye la cara B de la democracia, un enemigo interior que se dedica a corroer sus fundamentos en nombre de un perfeccionismo utópico e inalcanzable. En España acaban de publicarse dos interesantes ensayos sobre el tema: «Contra el populismo», de José María Lassalle, y «El estallido del populismo», un volumen colectivo coordinado por Álvaro Vargas Llosa. El diagnóstico en ambos casos es coincidente, aunque los enfoques sean distintos y, en muchos sentidos, complementarios.
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