De todos los argumentos que tradicionalmente se dan en contra de los deberes de verano, ninguno me resulta más sorprendente que el social. Prohibir el refuerzo intelectual durante las vacaciones escolares serviría para reducir la brecha social entre los que leen y los que no, entre los que acuden a museos o a conciertos y los que prefieren quedarse en casa viendo la tele, entre los que aprovecharían estos meses para conversar en inglés con algún nativo o para reforzar la habilidad en cálculo mental y los que prefieren la provinciana inmediatez de lo ya sabido.
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Moltes gràcies, Daniel, pels teus escrits, Llegir els teus articles resulta enriquidor. Bon estiu.Bones notícies des de Roma. Un lector, Joan Barceló.
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