En la voz del viejo Leonard Cohen se entrecruzan las imágenes bíblicas y la liturgia judía. Hablo de voz, y de no música, con toda intención. En Cohen, al igual que en todo poeta verdadero, lo esencial es la palabra: una palabra que se sostiene por sí misma, sin apoyos, desnuda sobre el papel y que, más tarde, una vez pronunciada, puede encarnarse, quizá, en una canción.
Fuente: The Objective
Artículo completo: ¡Hineni, hineni!
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