Foto: Abante Asesores.
¿Qué libro que no he leído me ha influido más?
The general theory of employment, interest and money de John Maynard Keynes.
No había cumplido todavía los veinte años cuando tuve por vez primera noticia de Keynes. Un excelente profesor de economía política en la Universidad de Barcelona, de la que años más tarde sería su rector, nos lo presentaba como el gran economista de nuestro tiempo. El profesor se ganó mi respeto y hasta admiración, prácticamente desde el primer día, cuando se dirigió a los alumnos con una sencilla pregunta ¿quieren aprender o han venido a aprobar? Nos dijo claramente que con él era muy difícil aprobar, que los que tuvieran ese propósito harían bien en cambiar de profesor, y que les daba cuatro semanas para hacerlo. Preguntaba en clase y era bastante inclemente con las respuestas que reflejaban ignorancia o desinterés. Al cabo de cuatro clases, tres de cada cuatro alumnos decidieron aceptar su oferta y cambiar de profesor. Si un profesor tan bueno considera a Keynes como el mejor economista, algo tendrá, pensé.
Y, con los años, he visto que los conceptos básicos de Keynes, los enunciados en su Teoría general, que todavía no he leído, son los que han determinado la evolución de la política económica de todos los países desarrollados democráticos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Si no hay demanda no se genera oferta, y el pleno empleo no está garantizado, por lo que, especialmente en tiempos de crisis, es necesaria la intervención del estado. Que hay un balance entre inflación y paro, que conviene tener tipos de interés bajos y que el oro no es más que un metal. El estado de bienestar, un capitalismo modulado por la intervención pública, en mayor o menor medida, ha sido la gran alternativa al comunismo, y se ha mostrado como la mejor vía para la mejora de la calidad de vida de la inmensa mayoría de la población. Unos puntos porcentuales más o menos sobre PIB de gasto público y no otra cosa es la discusión entre derecha e izquierda. Unos dirán que basta con un tercio de gasto público sobre PIB, y otros que hace falta la mitad.
Pero seamos partidarios del tercio o de la mitad, todos somos keynesianos, más o menos creyentes, más o menos críticos, incluidos los que se proclaman anti-keynesianos. Porque keynesiano es el marco de discusión en la economía como lo es el cristianismo en el ámbito de la moral. Al fin y al cabo, de Keynes viene la aportación del concepto animal spirits que muchos traducen como espíritus animales, cuando debería definirse como espíritus anímicos, del alma. Esos estados de ánimo que explican todo lo que pasa en el comportamiento económico de los hombres y que no obedece a un cálculo probabilístico o a una esperanza matemática. Aquello que hace que la economía sea una disciplina mucho más humanística que estrictamente científica.
Josep Prats es gestor de los fondos Abante European Quality y European Quality Pensiones. Su último libro es No sólo se indignen: Propuestas para un estado de bienestar sostenible (Plataforma Editorial, 2011).
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