György Konrád

por | Abr 13, 2016 | Literaria | 0 Comentarios

Quizá se pueda aventurar que la conciencia moderna de la memoria se originó en el terror. Me refiero a la memoria como paisaje moral y ético de la justicia, insumisa al diktat de las ideologías y de los voceros del poder. La memoria, nos recuerda Claude Lanzmann en Shoah, señala con su dedo acusador el lugar del crimen, exigiendo ser reivindicada como una categoría de la verdad. El proyecto del terror – del terror ideológico, que es el propio del siglo XX – se asienta sobre la muerte y el olvido. La literatura al respecto es abundante y nos habla a las claras de la importancia del testigo. Auschwitz y el Gulag, por ejemplo, ¿qué sabríamos del uno y del otro sin la literatura del testigo? Primo Levi, por un lado; Solzhenitsyn por el otro. En cierto modo, ellos, su literatura, representan uno de los rostros del fracaso de la modernidad, la constatación de la mentira encarnada en las ideologías totalitarias. György Konrád (Hungría, 1933) nos habla de todo ello. Lo ha hecho a lo largo de su obra y lo hace también en un libro de lectura imprescindible, Viaje de ida y vuelta.

“El deber de un superviviente es recordar – afirmaba el año pasado el autor húngaro durante el Hay Festival -. Hablar por los que ya no pueden hablar.” En Viaje de ida y vuelta, Konrad nos conduce a su infancia, de niño judío y burgués, en un país devastado por los nazis. Poco a poco van desapareciendo todos sus familiares, amigos y vecinos: un mundo que se desvanece. El horror de los campos de exterminio se dibuja al fondo, ante los ojos de un niño – el propio escritor – obligado a contemplar la muerte. Konrád piensa, escribe, reflexiona, desde la ternura de esa mirada infantil, incapaz de comprender, enfrentada al miedo, a la soledad y al terror. La prosa bella, concisa, respira un aire franciscano por su depurada sencillez. El resultado es un libro que rastrea la hondura de las emociones, sin caer en inútiles efectos melodramáticos.

Daniel Capó

Daniel Capó

Casado y padre de dos hijos, vivo en Mallorca, aunque he residido en muchos otros lugares. Estudié la carrera de Derecho y pensé en ser diplomático, pero me he terminado dedicando al mundo de los libros y del periodismo.

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