La Bondad

por | Mar 30, 2016 | Animal Social | 1 Comentario

La pregunta estricta por la bondad humana es lo que se plantea el geógrafo chino Yi-Fu Tuan en su breve ensayo Human goodness. ¿Es posible algo así como la bondad en los hombres o se trata, como sostienen algunos psicólogos evolucionistas, de una estrategia de la selección natural para favorecer la supervivencia de la especie? ¿Es el hombre bueno por naturaleza o más bien es la cultura la que nos ennoblece? Y sobre todo: ¿en qué consiste propiamente la bondad? Son preguntas extrañas para un geógrafo, pero no para un autor tan especial como Yi-Fu Tuan, cuya obra aspira a trazar una cartografía cultural del espacio y de la naturaleza.

La bondad nos apela, cuenta en el libro, porque acontece como algo inexplicable, mientras que lo natural sería el egoísmo y el cerrarse en uno mismo y en los más cercanos. El heroísmo no se puede exigir, pero milagrosamente se da, a menudo oculto en lo cotidiano, poniendo en juego la propia supervivencia. La bondad se situaría entonces en ese espacio concreto que se mueve entre el miedo y el heroísmo. O dicho de otro modo: entre la vida autorreferencial y la que se entrega a los demás.

La respuesta que ofrece Yi-Fu Tuan constituye un ejemplo de finura taoísta: buena es aquella persona en cuya presencia nos sentimos mejor y que además nos hace ser más inteligentes. La bondad nos mejora, quizás porque se manifiesta como un eje de orientación en un mundo caótico y desvalido. Pero hay otro sentido, aún más profundo, que Tuan también señala: al enfrentarnos con la bondad descubrimos quiénes somos, ya que su luz ilumina nuestra identidad. En otro libro suyo, Dear Colleague, compuesto por cartas enviadas a compañeros y alumnos suyos, el académico chino profundiza en esta intuición recuperando una conocida anécdota del filósofo lituano Emmanuel Lévinas. Prisionero en un campo de exterminio alemán, Lévinas narra de qué modo la tortura, el asesinato y la humillación sistemática destruían todo resquicio de humanidad entre los presos. Fue la mirada de Bobby, un perrito que se acercaba todas las mañanas a saludar a los presos con sus joviales ladridos, la que les devolvió la noción de que lo que significa ser humanos. “Para Bobby – escribe Lévinas – no había ninguna duda de que nosotros éramos hombres. Ese perro era el último kantiano en la Alemania nazi.”

Las lecciones del último kantiano serían muchas, sobre todo la centralidad de la experiencia ética. Un perro salvó al hombre en Auschwitz; del mismo modo, el hombre únicamente humaniza y se humaniza en contacto con los demás. Esto nos habla de algo esencial, que Yi-Fu Tuan recoge como la intuición básica del judeo-cristianismo: la persona sola, aislada, es insuficiente; nuestra intimidad necesita del otro para crecer y ensancharse, para ser más plenamente humana. Y en este sentido, la bondad sería el logro más alto y depurado de la inteligencia.

Artículo publicado en Diario de Mallorca.

Daniel Capó

Daniel Capó

Casado y padre de dos hijos, vivo en Mallorca, aunque he residido en muchos otros lugares. Estudié la carrera de Derecho y pensé en ser diplomático, pero me he terminado dedicando al mundo de los libros y del periodismo.

1 Comentario

  1. Original y profunda reflexión, que relaciona bondad con inteligencia. El hombre es un animal social, el más social de todos y el menos animal. La principal diferencia entre el hombre y el animal es el lenguaje, y el lenguaje es el que facilita la sociabilidad. Y el lenguaje indica inteligencia. La inteligencia debería llevar a la bondad, aunque es cierto que en muchos casos lleva al ensimismamiento que dificulta la relación social e impide mostrar altruismo.

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