A mediados de los años veinte, en un artículo para el Frankfurter Zeitung, el escritor Joseph Roth observaba que la vieja Rusia zarista había llegado a Europa con sus exiliados mucho antes de que “ninguno de nosotros hubiera visitado la nueva Rusia”. Roth no romantizaba al respecto. En su juventud había coqueteado con el comunismo y conocía a la perfección el rostro engañoso de la utopía. Por aquellos años, Roth ya era el periodista mejor pagado de Alemania –y lo fue durante algún tiempo–, un novelista de prestigio incipiente y un hombre que empezaba a mostrar signos de depresión. Su pesimismo distaba entonces de ser apocalíptico, aunque sabía que, tras la destrucción del Imperio Austrohúngaro, el futuro de los judíos no iba a ser fácil.
Fuente: The Objective.
Artículo completo: El aroma salvaje.
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