Uno piensa que la lectura se justifica por sí misma, pero seguramente sea más acertado considerar que la literatura surge del tapiz de matices que teje el misterio de la vida. Fue debajo de un árbol donde mandaron a Agustín de Hipona que dejara de lado sus ensoñaciones y se pusiera a leer. Orden taxativa que indica que lo que nos nutre – las palabras – también nos ilumina. Lo mejor de Europa se ha alimentado durante siglos de esta luz peculiar: el paso de las estaciones, los libros, el equilibrio de las cuentas, la racionalidad ejemplar, el sosiego…
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