Icono del sitio El blog de Daniel Capó

1Q84

En alguna ocasión he afirmado que el éxito de Haruki Murakami se debe al fundamento postmoderno de su sensibilidad y no a la calidad literaria de su obra. Escritor de culto – recordemos que el mítico The New Yorker lo ha encumbrado a él, a Alice Munro y al irlandés William Trevor, como los referentes absolutos de la literatura de hoy -, las novelas de Murakami se acercan peligrosamente a la concepción líquida que un sociólogo como Zygmunt Bauman tiene de la realidad. Sus libros hipnotizan y decepcionan a la vez, casi como un espectáculo pirotécnico de costosa factura. El carácter de sus protagonistas se asocia a la fragilidad cambiante de un mundo que pone en duda la frontera entre lo real y lo irreal. Paisajes urbanos, personajes cultos y solitarios, banda sonora de jazz, gotas de sexo y de alcohol –siempre muy mesurado- y la necesidad perentoria de amor conforman el cóctel de una obra marcada por el éxito de popularidad. Tusquets publica ahora los dos primeros libros de su trilogía 1Q84, de la que en Japón se han vendido millones de ejemplares.

Considerada por él mismo como su “obra magna”, 1Q84 se presenta como un eco orwelliano de 1984. Sus dos protagonistas principales, Aomame y Tengo, reúnen las características murakamianas de rigor: jóvenes –rondan la treintena-, inteligentes, solitarios e inadaptados. Ninguno de los dos resulta ser lo que aparenta ser. Aomane oculta a una asesina profesional. Tengo, profesor de matemáticas, aspira a convertirse en escritor y, en el camino, le encargan que reescriba la misteriosa novela de una quinceañera.

Poco a poco vamos descubriendo de qué modo se interrelacionan los personajes de la novela. Como sucede en la literatura del escritor japonés es el misterio –y el azar– el que mueve la trama, sostenida siempre por una prosa directa, sencilla, sin grandes alardes, que funciona con una precisión camerística y a ritmo de jazz. ¿Estamos ante un gran autor? No, estamos ante un escritor de talento, entretenido, con fuerza fabuladora y capacidad alegórica. Para los que no conozcan su obra les recomiendo que empiecen con Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, quizá su novela más lograda. Para los convencido, 1Q84 se sitúa por encima de la aclamada –y decepcionante- Tokio blues y al mismo nivel que Kafka en la orilla.

Artículo publicado en La Gaceta.

Salir de la versión móvil