La melodía más antigua que se conserva completa tiene que ver con la muerte y con la vida; con el recuerdo y el testimonio de su luz, sería mejor decir. Se la conoce como “Epitafio de Sícilo”, apareció en una estela funeraria y data del siglo I a. C. La música viene acompañada un poema fúnebre que subraya la emoción del compositor Sícilo ante la muerte de su esposa. El texto dice así:
Soy una imagen de piedra.
Sícilo me pone aquí,
donde soy por siempre
señal de eterno recuerdo.
Mientras vivas, brilla,
no sufras por nada en absoluto.
La vida dura poco,
y el tiempo exige su tributo.
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