En su anotación 144 acerca “de cómo sucumben las aristocracias y los príncipes”, perteneciente a sus famosos Juicios sobre la historia y los historiadores, Jacob Burckhardt observó: “Las aristocracias abdican, pero no huyen como los príncipes”. El autor suizo pensaba en los efectos de la Revolución Francesa y en la propia condición humana, que sabía debilitada. Como buen conservador desconfiaba de los excesos del entusiasmo, incluso los motivados por las intenciones más nobles. Por supuesto, ese aforismo delataba el solapamiento de los poderes y la sustitución de uno antiguo y caduco por otro acuñado con el brillo del oro nuevo: el Estado.
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