Cuenta Herman Melville en Moby Dick que en la caza de las ballenas rige una ley breve y concisa, de apenas dos artículos, que el autor eleva a categoría metafísica. El código ballenero dice así:
«I. Un pez cogido pertenece a la parte que lo tiene cogido.
Un pez suelto es presa libre para quien antes lo atrape».
La metafísica, en este caso, apela a la realidad inclemente de la Historia. «Con frecuencia –escribe Melville– la posesión es el todo de la ley. ¿Qué son los tendones y las almas de los siervos rusos y de los esclavos republicanos, sino un pez cogido en el que la posesión es el todo de la ley? ¿Qué es para el avaricioso arrendador la última moneda de la viuda sino un pez cogido?». Y, a su vez, «¿Qué son los derechos del hombre y las libertades del mundo sino un pez suelto? ¿Qué son todas las mentes y opiniones de los hombres sino un pez suelto?
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