La sensatez

por | Jul 4, 2017 | Animal Social | 0 Comentarios

José Castillejo nació en Ciudad Real en 1877 y falleció en Londres en 1945. Fue catedrático de Derecho Romano y pedagogo ilustre. Desde muy joven colaboró con la Institución Libre de Enseñanza, sistematizando la estructura educativa y organizativa de los diversos centros que formaban parte de la misma. La preocupación por España atraviesa una obra intelectual consagrada a la historia de las ideas, el Derecho Romano y el pensamiento liberal. Como sucedió con otros catedráticos de universidad, fue depurado por el franquismo en 1939. El ensayista Santos Juliá cuenta que le acusaron de ser «el hombre más terriblemente funesto que había visto nacer España». Sin embargo, valorado con la perspectiva del tiempo, podemos constatar que fue uno de las más conspicuos representantes de lo que se ha venido en llamar «la tercera España».

En el exilio, garabateados en inglés, dejó dos libros fundamentales para comprender los orígenes de nuestra contienda civil: Guerra de ideas en España y Democracias destronadas. Un estudio a la luz de la revolución española 1923-1939. Setenta años más tarde, solo cabe asombrarse ante la prodigiosa inteligencia de un pensador que no se somete a la lectura maniquea ni a la interpretación mítica del conflicto. La admiración que sentía por el modelo político inglés le hizo intuir que el problema de España -y del conjunto de la Europa continental en las décadas de 1930 y 1940- «puede atribuirse a la aceptación de la revolución (…) como método político normal por parte de todos los partidos y todas las doctrinas». Su retrato de la República es, en ese sentido, demoledor, como lo es la imagen que traza de la Iglesia, del Ejército, de la dictadura de Primo de Rivera o del caciquismo. «Una monarquía española cayó en 1868, otra en 1873, una primera república en 1874, una nueva monarquía en 1931, y una segunda república en 1936 -leemos en el prefacio de Democracias destronadas-. Estas transformaciones políticas se han producido con el mismo tipo de hombres, las mismas tradiciones, los mismos métodos y condiciones externas similares. La España republicana era el mismo país monárquico de la víspera, que ya había sido republicana antes. En muchos casos ni siquiera los líderes cambiaron». No es necesario citar a Santayana para recordar que también hoy el conocimiento de Historia resulta crucial para entender el presente.

La vigencia de la obra de Castillejo es absoluta: frente a los esencialismos, defiende la ponderación; frente a la uniformidad, la tolerancia; frente a la demagogia de la clase política, sabe situar el peso de las instituciones, de las leyes consensuadas y del diálogo razonado. Era un reformador ilustrado que creía en el gradualismo como base de la prosperidad y en el equilibrio de poderes como clave de la democracia liberal. Desconfiaba de los ultimátums porque había aprendido a sospechar del espesor de la sentimentalidad. En Democracias destronadas anotó que la mayor virtud de un gobernante es saberse rodear de los mejores hombres. Alertó de los peligros de «la revolución de los ignorantes frente a la competencia». Reclamó inteligencia y moderación: en una palabra, sensatez. En sus libros del exilio resuenan algunas lecciones para la España de hoy: reformismo, respeto a la leyes, vocación de largo plazo, independencia de los poderes, competencia de los cargos públicos. En definitiva: inteligencia, sensatez, servicio.

Artículo publicado en La Opinión A Coruña.

Daniel Capó

Daniel Capó

Casado y padre de dos hijos, vivo en Mallorca, aunque he residido en muchos otros lugares. Estudié la carrera de Derecho y pensé en ser diplomático, pero me he terminado dedicando al mundo de los libros y del periodismo.

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