«El demonio del «pedagogismo» que nos posee es de los que «no pueden ser arrojados sino mediante la oración y el ayuno». Lamentablemente, todavía no ha aparecido nadie con la determinación necesaria para expulsarlo. En épocas anteriores se mantenía la atención de los niños con Homero y Virgilio, entre otros, pero debido a un proceso evolutivo inverso, esto ya no es posible. Nuestros niños son ya demasiado estúpidos para entrar con su imaginación en el pasado. Nadie le pregunta al alumno si el álgebra es de su agrado, o si le place que haya verbos irregulares en francés, pero si prefiere Hersey a Hawthorne, entonces sí debe prevalecer su gusto».
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«El alumno está rodeado por todas partes de las realidades de su tiempo, pero carece de perspectiva desde la que mirarla».
Flannery O’Connor, Misterio y maneras.
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