Pensamientos estancos

por | Oct 1, 2015 | Política | 1 Comentario

El domingo tuvo lugar el primer set de un partido a dos que terminará con las generales de diciembre. Los resultados, con algún que otro matiz particular, fueron los previstos. Al igual que sucede en Euskadi, los bloques de votos nacionalista y no nacionalista funcionan como compartimentos estancos, sin conexión entre ellos. Ambos bandos movilizan a una cantidad muy similar de población –en torno al 45 y el 50 por ciento–, sin que los grandes espectáculos de  masas sirvan más que para activar a sus respectivos electorados y asfixiar las opciones intermedias. El 28-S nos dibuja el panorama de una Cataluña diferente, pero a la vez idéntica a sí misma. Insisto, era lo previsible. Las ficciones crean relatos que aspiran a destruir la realidad. En ocasiones lo consiguen, aunque no es lo habitual. La realidad, hay que decirlo una y otra vez, constituye un principio potentísimo.

Los matices son particulares, no generales. A pesar de su clara victoria en escaños, Artur Mas es uno de los derrotados de estas elecciones. No podía ser de otro modo. Desde su llegada al poder, se ha comportado como un nihilista experto en dinamitar las bases de la convivencia. Ha destruido a su propio partido y, en cada convocatoria electoral, ha perdido votos y escaños de forma acelerada. Con su salto adelante, ha logrado liquidar la gran tradición moderada del catalanismo y romper la sociedad en dos, incluso dividiéndola por provincias. Si la CUP cumple con su palabra, Mas no repetirá de presidente y quizás nada ejemplifique más su fracaso como líder político que la irrelevancia operativa en la que deja a Convergencia. Que el futuro inmediato de Cataluña dependa de las decisiones de un partido abiertamente antieuropeo y anticapitalista representa una frivolidad asombrosa que alguien debería explicar. Por supuesto, el procés seguirá y seguramente se acelerará en los próximos meses, ya que la lista de Junts pel Sí, aderezada o no con la CUP, carece de otro aglutinador que no sea la ruptura.

Si Mas ha fracasado, los resultados del PP son el hundimiento del Titanic, lo que evidencia las debilidades políticas que han caracterizado al gobierno de Mariano Rajoy. Su ceguera frente a las nuevas dinámicas –algunas de signo generacional, pero otras no–, unida a la sobredosis imparable de corrupción y a la crisis económica, han roto las habituales líneas Maginot de los conservadores. Cataluña confirma por tercera vez consecutiva, tras las europeas y las últimas autonómicas, que las expectativas de los populares para diciembre son malas. Y esa intención de voto perdida se dirige hacia los Ciudadanos de Rivera y Arrimadas, que salen claramente reforzados como partido nacional. Al igual que sale reforzado el PSOE, gracias a la buena labor de Miquel Iceta, con toda seguridad el político actual con mayor sentido del Estado. Iceta está llamado a ser una pieza muy importante en este rompecabezas. Podemos sencillamente se desinfla cuando no presenta a un líder carismático.

Quizá los historiadores del futuro se refieran a 2015 como el final de un ciclo y a 2016 como el inicio de otro. La segunda parte del partido, que tendrá lugar de aquí a tres meses, determinará los auténticos equilibrios de poder con los que se va a jugar este nuevo tiempo. Después de las catalanas, la apuesta por un gobierno del PSOE con Ciudadanos coge cuerpo, dando ocasión a una mayor voluntad de consenso. El escenario se abre al compás de una reforma constitucional que deberá hacer frente a la crisis de Estado. Diremos adiós a las mayorías absolutas, lo cual devolverá protagonismo a la auténtica democracia, que no es la plebiscitaria, sino la que protege y respeta la pluralidad en un marco amplio y generoso de convivencia. Frente al demonio del populismo, será preciso decir que ya no es el momento de la pequeña política, sino que conviene recuperar la dignidad común de la inteligencia. Los inmovilismos ya no sirven, ni en Cataluña ni en el resto de España. Son tantos los temas que entran en juego –de la calidad institucional a las competencias territoriales, del modelo educativo al horizonte industrial y competitivo– que en realidad estamos hablando ya del futuro de una sociedad en el mundo globalizado del mañana. Y esto exigirá grandeza de miras, valor, generosidad y puntos de encuentro. Todo lo contrario al maniqueísmo de la polarización.

Artículo publicado en Diario de Mallorca.

Daniel Capó

Daniel Capó

Casado y padre de dos hijos, vivo en Mallorca, aunque he residido en muchos otros lugares. Estudié la carrera de Derecho y pensé en ser diplomático, pero me he terminado dedicando al mundo de los libros y del periodismo.

1 Comentario

  1. Te felicito, Daniel, por to excelente artículo. Creo que tu forma balanceada de analizar la realidad política y tu sensibilidad ante los nuevos retos es poco común en el periodismo contemporáneo que esta más concernido con la cultura del entretenimiento.
    Vicente Medina
    Profesor de Filosofía
    Seton Hall University

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