La escuela contra el mundo

por | Dic 12, 2008 | Animal Social | 0 Comentarios

El filósofo y pedagogo Gregorio Luri acaba de publicar L’escola contra el món (Edicions La Campana), un duro y lúcido alegato contra los modos, los usos y los hábitos educativos que se practican en nuestra sociedad. Me temo que esta burbuja de la ignorancia sólo puede terminar en una especie de crash social, de estallido sistémico. De algún modo, podría decirse que la sociedad está desandando el camino de la historia al sustituir el sentido común por la frivolidad, el esfuerzo por la pereza, la razón por el sentimiento y lo elevado por lo mínimo. Cuando se habla, por ejemplo, de las competencias básicas que deben de alcanzar los niños, se olvida algo que ya señalaba Aristóteles hace dos mil quinientos años: “Este autor – afirma Luri – nos anima a ver al hombre desde lo mejor que puede dar de sí: desde la virtud. La pedagogía actual parece empeñada en verlo desde lo mínimo que puede dar de sí. A esta reducción de la perspectiva la llama equidad”. Sea equidad o virtud, deberíamos indagar en el valor último que la certeza de la verdad – la idea de que el mundo es racional y que, por tanto, el hombre puede acceder a ella – ha tenido como referente, como modelo incluso de nuestra cultura.

Es sabido que la libertad encuentra su correlato en la responsabilidad y que las acciones humanas cobran así un significado. En el mundo del relativismo buenista, en cambio, se abren otros espacios de juicio: se trata, en todo caso, de la primacía de las emociones que, como Valentí Puig ha señalado en su ensayo Moderantismo, son ya por sí mismas generadoras de derechos. En el nuevo paradigma metafísico, el sentir prima sobre el ser; de ahí que la moderna pedagogía celebre la normalidad emocional como único objetivo escolar.

En este mapa del desencanto, hay datos que saltan a la vista. Un reciente informe de Gadeso señala que un cincuenta por ciento de la población balear no lee nunca. De nuevo, regresa el analfabetismo escolar entre columnas de inmigrantes y alumnos temporales. El informe PISA sitúa a España en el furgón de cola de la excelencia educativa. Nuestras universidades no logran entrar en el top 100 del ranking europeo. Los estudiantes se manifiestan contra Bolonia y no por el fracaso escolar o la libertad de elección.

El resultado de la sucesión de reformas orgánicas ha sido un sistema costoso e ineficiente, derrotado por su propia incapacidad para analizar la ambigüedad de nuestra época. Quizá también falten directrices claras, alejadas de tanto travestismo ideológico, y un profesorado más consciente de los límites de su misión. Es de suponer que en algún momento la sociedad civil responderá en forma de cooperativas, de una mayor autonomía de las concertadas o reclamando el cheque escolar. Pero cualquier solución para la educación pública pasa por recuperar el respeto a la excelencia y el amor al trabajo bien hecho.

Artículo publicado en Diario de Mallorca.

Daniel Capó

Daniel Capó

Casado y padre de dos hijos, vivo en Mallorca, aunque he residido en muchos otros lugares. Estudié la carrera de Derecho y pensé en ser diplomático, pero me he terminado dedicando al mundo de los libros y del periodismo.

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